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Rafa Valero
Vivimos rodeados de percepciones fallidas, hacemos juicios de valor con excesiva alegría y opinamos de temas sin conocimiento, en un tanto por ciento superior a lo permitido. Viene esto a raíz de un comentario que he escuchado con bastante frecuencia en mis años de contacto con este deporte: El pádel es un deporte caro y elitista.
¿No me digan que les sorprende lo que les cuento? Esta coletilla acompaña a este deporte, prácticamente desde su nacimiento. Y en ello seguimos. Desmontemos la leyenda urbana.
La verdad es que no necesitamos un ejercicio mayúsculo de investigación para aportar datos contundentes que tiren por la borda esa mentira, que por muchas veces que se repita no pasa a ser una verdad.
Para jugar al pádel no se necesita más que unos tenis. Nada más. Ni tan siquiera una pala, que siempre puede dejarte un compañero sin necesidad de que compres una. Aún adquiriéndola -que ciertamente es lo habitual- la variedad de precios es amplia y la duración de la misma se prolonga, salvo un excesivo uso, durante años.
A partir de ahí, el coste de alquiler de una pista se divide entre cuatro personas, con precios accesibles, y no es necesario nada más. Por ello que es muy sencillo tirar por tierra los argumentos que defienden, con poco criterio, el presunto clasismo del pádel. Estamos ante un deporte popular, de los que más me atrevería a decir. Abierto a todo tipo de edades y condición social. Faltaría más.
